En la 36° Conferencia de la FAO para América Latina y el Caribe, celebrada el año 2020 en Nicaragua, los países miembros destacaron en reiteradas ocasiones que la Educación Alimentaria y Nutricional (EAN) es una herramienta efectiva para fomentar la adquisición de hábitos alimentarios saludables y responsables.
En los últimos años, la FAO ha venido trabajando con los países de Mesoamérica en la construcción colectiva de una estrategia de EAN, considerando los diferentes contextos sociales de cada uno de ellos; es así como esta propuesta nace en un contexto “sindémico” en Mesoamérica, considerando que además de la Covid-19, la región enfrenta otros desafíos en materia de inseguridad alimentaria, hambre, pobreza y malnutrición.
Según el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2020, firmado por las Naciones Unidas, la población subalimentada en Mesoamérica alcanza a 15,2 millones durante el periodo 2017-2019. Asimismo, el sobrepeso y la obesidad son hoy día, uno de los mayores y crecientes retos en la subregión, en donde la obesidad supera el hambre. El sobrepeso afecta a todos los grupos etarios, en tanto que en menores de cinco años afecta al 6,9% y en escolares y adolescentes afecta entre el 20 y 40%.
Frente a estos desafíos la FAO propone:
Primero, fomentar la EAN incidiendo en espacios educativos, mediante actividades coherentes y progresivas, que incluyan apoyos ambientales, para ayudar a los escolares (junto con el personal docente y las familias) a lograr mejoras duraderas en su alimentación, en otras prácticas alimentarias y de estilos de vida saludables, así como para mejorar sus conocimientos, desarrollar su capacidad para cambiar y adaptarse al entorno; y a transmitir su aprendizaje a otros.
En este punto, un potencial para explorar son los nuevos instrumentos tecnológicos como las aplicaciones móviles o la utilización de redes sociales, esto permitirá llegar a la mayor cantidad de población, en diferentes grupos de edad, que requieren orientaciones sobre alimentación y nutrición.
Segundo, que los países de la región elaboren instrumentos de políticas que contribuyan a promover cambios de comportamiento en favor de dietas más saludables, no sólo en el espacio escolar, sino a nivel individual, familiar y comunitario (centros de salud, hospitales, centros de trabajo, etc.), así como también el desarrollo de estrategias de información, educación y comunicación de prácticas exitosas, como los huertos escolares y familiares con fines pedagógicos.
Y tercero, otra modalidad que se ha explorado en varios países de la región, tal es el caso de Panamá, El Salvador, Guatemala y Honduras, es incidir en las políticas educativas para lograr la inclusión de la EAN en la malla curricular, tanto de formación docente, como en la enseñanza en las escuelas, de esta forma tenemos la posibilidad de trabajar desde la educación inicial, en fomentar los cambios positivos de las generaciones presentes y futuras.
A fin de cuentas, educar a niñas y niños en la escuela sobre alimentación saludable impactará en el desarrollo económico en el mediano y largo plazo en los territorios, sobre todo en los sectores productivos de frutas, vegetales, hortalizas, lácteos bajos en grasas, leguminosas, semillas, entre otros tantos alimentos saludables.
La FAO reitera que garantizar la educación alimentaria y nutricional es una tarea que requiere del compromiso de todos. Aliados como la Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana de la Secretaría técnica del SICA (CECC-SICA), varias universidades de la región y la Cooperación técnica de Brasil permitirán estimular la adquisición de hábitos alimentarios saludables y responsables. Porque el desafío del hambre y la malnutrición exige de políticas, acciones y estrategias que cuenten con el apoyo de todos los sectores de la sociedad.
Israel Ríos, Oficial de Nutrición de la Oficina Subregional de FAO para Mesoamérica
FBDG debe ser preciso, exacto y útil; de lo contrario, confundirá a la población, perderá el efecto deseado y sofocará la economía.