Una de las situaciones más irresponsables, si no peligrosas, es creerse las mentiras de uno mismo.
Al inicio de este 2022, las autoridades de los gobiernos centroamericanos sucumbieron a la tentación de alardear de las abultadas tasas de variación interanual, como si se tratara de grandes logros. Por ejemplo, en Guatemala el presidente Giammattei y sus ministros alardearon calificando las tasas de crecimiento del producto interno bruto (PIB), de la inversión extranjera directa o de los ingresos tributarios como hitos históricos.
Sin embargo, conforme avanza 2022 y se van refinando las estimaciones y proyecciones, poco a poco se va evidenciando que estos alardes no eran más que espejismos, los cuales ya empiezan a desvanecerse. Y es que el optimismo superlativo de las autoridades no resistía el análisis técnico serio.
Para empezar, muchas de las tasas de crecimiento interanual fueron abultadas, resultado del efecto aritmético normal de comparar 2021, un año de recuperación, con 2020, el año con el impacto más duro de la pandemia. Así, muchas de las tasas de variación interanual del PIB o de los ingresos tributarios en 2021 fueron altas, en gran medida por este efecto aritmético, no por acciones gubernamentales extraordinarias, o por transformaciones estructurales de las economías, como mejoras en la productividad de los sectores económicos.
Este efecto aritmético era más que esperable, luego del freno brusco del comercio internacional en 2020 y su reactivación en 2021. Otros aspectos que los técnicos tenían bien identificados fueron el abandono en 2021 de las medidas de confinamiento impuestas en 2020, el aumento de los precios de algunos bienes transables (commodities), la forma en que las remesas familiares crecieron más de lo que originalmente se pensó, con efecto principalmente en los países del norte de Centroamérica, el aumento del gasto público en los países desarrollados, entre otros.
Sin embargo, los alardes de las autoridades de sus grandes «logros» económicos y fiscales no son solamente mentirillas piadosas, perdonables por inofensivas. Esas narrativas excesivamente optimistas escondieron una realidad muy preocupante, la cual queda al descubierto cuando otros indicadores y datos van saliendo a luz y son analizados, más allá de tasas de variación interanuales abultadas, convenientemente maquilladas en la propaganda gubernamental.
Y es que los discursos y la propaganda gubernamental no resiste la crudeza y la contundencia de la realidad cotidiana de los agentes económicos, especialmente empresas pequeñas, trabajadores y hogares. Una de estas realidades amargas es el desempleo, ya que en los países que disponen de estadísticas muestran que se incrementó en 2021: en Costa Rica de 12.4% de la población económicamente activa (PEA) en 2019, a 14.4% en 2021, y en Panamá de 7.1% de la PEA en 2019 a 11.3% en 2021. En el resto de países, con datos solo a 2020, el desempleo también mostró tendencias alcistas, por lo que se presume en 2021 no hubo mejora en ningún país.
En términos de pobreza y pobreza extrema, la realidad tampoco es alentadora. En Costa Rica la pobreza aumentó del 21.0% de la población en 2019 a 23.0% en 2021, mientras que en Honduras aumentó de 45.4% en 2019 a 59.2% en 2021. En Honduras la pobreza extrema aumentó del 22.9% en 2019 a 32.5% en 2021, mientras que Costa Rica del 5.8% en 2019 a 6.3% en 2021. Debido a la carencia de estadísticas actualizadas, en el resto de países, de los escasos datos disponibles y de estimaciones externas se infiere que aumentó en toda la región. Los retrocesos sociales sufridos en 2021 también se observaron en la cobertura y la calidad educativas, en el sector salud y en protección social.
En el sector fiscal, la realidad también empieza a imponerse al espejismo. En 2020, con excepción de El Salvador, la carga tributaria cayó respecto al resultado de 2019, y con excepción de Panamá, creció en 2021. Sin embargo, las últimas estimaciones del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), muestran que, con excepción de Panamá, en 2022 caerá en todos los países de la región. La austeridad fiscal parece ser una moda, ya que se espera que el gasto público se contraiga en todos los países, mientras que la percepción de la corrupción se incrementa. Es decir, en toda la región, se incrementó la desconfianza de la ciudadanía hacia sus autoridades, especialmente en el uso de los recursos públicos.
Este baño de realidad es aleccionador, en cuanto a que reconfirma lo que siempre se ha sabido: los resultados de las principales variables económicas y fiscales no deben tergiversarse como propaganda demagógica ni arenga política. Esto porque, tarde o temprano el análisis técnico riguroso sacará a luz la realidad. Pero, quizá mucho más importante y relevante, las familias, los trabajadores y los empresarios viven esa realidad día a día, y no requieren de sesudos análisis técnicos para verificar la veracidad o falsedad del discurso de un presidente o un ministro.
Los impactos económicos globales de la guerra entre Rusia y Ucrania ofrecen ya una excusa particularmente oportuna para los gobiernos, ya que culparán a ese conflicto de que la realidad esté resultando muy distinta de su optimismo excesivo al inicio de 2022. Por ello es imperativo que los análisis de la realidad económica centroamericana se basen en el rigor técnico, y se mantengan alejadas del discurso político o la simple propaganda.
Sin embargo, esta preferencia urgente por la seriedad y el rigor técnico en demasiados casos tiene como traspié la inexistencia de estadísticas confiables. La crítica a la propaganda y el discurso excesivamente optimista de los gobiernos en Centroamérica trae a colación la negligencia por corregir las enormes deficiencias de los sistemas estadísticos en la región. Un sistema estadístico deficiente es reflejo de un gobierno con incapacidades severas por estar prácticamente ciego en sus procesos de toma de decisiones, o evidencia una actitud sistemáticamente opaca, que desdeña las estadísticas como riesgosas por su potencial de mostrar la verdadera realidad de lo que está ocurriendo.
Centroamérica debe redoblar sus esfuerzos por dejar atrás sus espejismos e ilusiones vanas, para empezar a enfrentar sus realidades, por crudas que sean.
Ricardo Barrientos
Economista senior y Coordinador del área de Acción política del ICEFI
La corrupción es un mal social que hace que la economía decaiga cuando el dinero fluye hacia los bolsillos de los malversadores.
Uno de los principales puntos que se destaca es el efecto aritmético normal en las tasas de crecimiento interanual al comparar 2021, un año de recuperación, con 2020, el año más afectado por la pandemia. Es común que estas comparaciones resulten en tasas de crecimiento aparentemente altas, pero es importante entender que esto puede deberse más a factores de base estadística que a acciones gubernamentales o mejoras estructurales en la economía.
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Thanks for the well-written and informative post.
Economic and fiscal mirages are slowly fading in Central America, revealing the stark realities beneath. As the haze lifts, the region faces both challenges and opportunities for genuine growth and renewal.