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Guillermo Gómez
Capital

Pandemia económica: la otra crisis

Luchar por sobrevivir, ha sido y es hoy más que nunca, la principal misión del ser humano.  La teoría de la evolución ha sido reconfirmada.

En el punto más alto de la pandemia del COVID-19 (un hecho sin precedentes en la historia reciente), la mayoría de las personas no procesan mentalmente otra prioridad que la de escuchar noticias para erradicar el masificado virus. Pero no solo la urgencia del momento es lo que debemos priorizar, habrá que poner atención a las decisiones que se tomen hoy y que podrían cambiar, inclusive modificar, el rumbo del futuro económico de nuestro país y del mundo entero. De una cosa estamos claros, el mundo no volverá a ser igual, por lo que es importante analizar los impactos económicos y sociales que la pandemia trae a su paso.

Un Modelo Económico Mundial en Estado Febril

El coronavirus ha demostrado que la interconexión mundial, generada a partir de la globalización, es ahora un factor de riesgo inminente, sobre todo, la del transporte aéreo, siendo uno de los puentes de comunicación más veloces del planeta (mundialmente se estiman alrededor de 120,000 vuelos por día y el traslado de casi 10 millones de pasajeros según la IATA (Global Sustainable Aviation Summit), lo que en definitiva demuestra que esta forma de comunicación, fue el principal motor de propagación del virus a nivel mundial.

El cierre de fronteras y espacios aéreos en más de la mitad de países del mundo, ha provocado la paralización de actividades claves para la economía global. Así mismo, el cierre de empresas en una importante cantidad de países que han adoptado la medida, estaría poniendo en riesgo el empleo mundial (no es visión catastrófica, es la simple reacción del mercado laboral). Según lo estima la Organización Internacional de Trabajo (OIT), el golpe para la economía mundial del coronavirus puede ser “peor de lo que fue la crisis financiera de 2008, con una pérdida estimada de 25 millones de empleos”.

Ya lo ha advertido el influyente escritor norteamericano Thomas L. Friedman: “Estamos tomando decisiones que afectan a todo el país y a toda nuestra economía, por lo tanto, pequeños errores en la navegación podrían tener enormes consecuencias”. Y el profesor de Universidad de Harvard, Jeffrey Frankel lo advirtió también: «estamos muy cerca de una recesión global». Al cierre de este artículo, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y otros organismos multilaterales han anunciado que la crisis económica es casi irreversible.

En resumen, afectando la cadena de las exportaciones y las importaciones (cadena de suministros internacionales), se afectarán los negocios y estos comenzarán a quebrar, donde lo demás que suceda, ya es parte de la simple lógica económica. Sumado a otros sectores que se han visto seriamente afectados y no saben cómo superarán esta crisis: líneas áreas y de mantenimiento, toda la cadena de turismo (incluido el de hoteles y restaurantes), el sector transporte, entre otros. Por lo tanto, el escenario post-coronavirus indica que habrá una reestructuración violenta del modelo económico que, como siempre, dejará fuera del escenario a los eslabones más débiles. El modelo económico mundial ha sido trastocado por un enemigo que tiene un tamaño aproximado entre 80 y 220 nm de diámetro. Esta no es una predicción negativa, es la reacción lógica de la economía si no se toman medidas de contingencia al respecto.

Las señales de la crisis económica a nivel doméstico

En estas circunstancias extraordinarias de la crisis COVID-19, es importante analizar las consecuencias que la emergencia va a traer a nuestro país, que dicho de otra forma, no podríamos pensar que las cosas van a venir a mejor, esto es economía, no es ciencia ficción, ni política.

El efecto inmediato en el Consumo. Aunque el salvadoreño común no lo ha dimensionado, el efecto más inmediato se ha empezado a notar en el consumo. Primero, por las medidas de gobierno que lo restringen, segundo por la falta de liquidez de las personas o la intención de ahorro para prepararse ante una crisis peor, pero tercero y quizá más importante, por las crecientes dificultades de abastecimiento del mercado nacional que en cuestión de semanas habrá llegado a colapsar por completo.

El efecto en el ingreso permanente. Las restricciones hacia la movilidad pública (Estado de emergencia) han provocado que la mayor parte de los trabajadores no asalariados o del sector informal (que son el 65% de la población económica), tengan que quedarse en casa, lo que significa, perder la posibilidad de desplazamiento hacia clientes con quienes poder encontrarse, por lo tanto, la incertidumbre es la única visión hacia futuro de este sector informal. En el caso de los asalariados, aunque pareciera ser un sector no afectado directamente, se debe considerar que el desplome económico mundial va a provocar reajustes a todo nivel, lo que indica que una gran cantidad de empleos formales, van a perderse.

Economía de supervivencia. Por otro lado, y aunque se han anunciado medidas para apoyar financieramente a los hogares más vulnerables, solo se ha considerado el valor de la canasta básica urbana ($200 aproximadamente en el área urbana y $150 en el área rural). Es decir, que el apoyo brindado servirá únicamente para este propósito (supervivencia), y las deudas, gastos en salud, comunicación, estudio, reactivación de sus negocios, etc., será un problema de mediano plazo para estas familias. Si las garantías constitucionales del ciudadano han sido limitadas, el Gobierno asume la responsabilidad económica de los mismos.   

El Salvador y la Crisis de una Deuda Probable

El efecto inmediato en la economía nacional será la caída en las proyecciones de crecimiento económico, que aunque parezca un discurso neoliberal, es el indicador más importante que tenemos como nación. Los efectos de la economía mundial, van a tener una gran repercusión en la economía nacional y debo decirle que esto no se resuelve con más dinero, sino con el apoyo a la economía real, a la base productiva de este país. Por lo tanto, el empleo nacional es el primer candidato que reflejará los impactos negativos de la crisis COVID-19.

Por otro lado, el anuncio de la potestad brindada al gobierno para adquirir préstamos por un valor de 2 mil millones de dólares no significa un alivio a la economía como tal. Como dato importante, el país tiene comprometido el 49% como porcentaje del PIB en concepto de deuda (siendo El Salvador, el cuarto país de América Latina con la mayor deuda del Gobierno Central como porcentaje de su Producto Interno Bruto de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL).

Para entender lo que una crisis de deuda trae a su paso, debemos recurrir a la historia de la crisis de la deuda latinoamericana también conocida como la “década perdida de América Latina”, que fue una crisis financiera a inicios de los años 80s, donde la deuda externa de los países latinoamericanos excedió a su poder adquisitivo, inhabilitándolos de hacer frente a los compromisos adquiridos de pago. Como efecto negativo: los ingresos se desplomaron; el crecimiento económico se hizo negativo; las importaciones se redujeron, y la falta de empleo y aumento desproporcionado de la inflación, redujeron el poder adquisitivo de la clase media. ​

Por último, habrá que poner la atención en las remesas familiares, que hasta el 2018 rondaban los 5 mil millones de dólares y son un insumo importante para nuestra economía. Es un elemento de la economía que esperemos no sea afectado tan drásticamente.

Conclusiones y recomendaciones

  1. La crisis del COVID-19 no es solo una crisis de salud, tiene y tendrá influencia en el entorno económico, por lo que mantener paralizada la economía por largo periodo de tiempo, traerá consecuencias irreversibles en el mediano plazo; hay que pensar -desde ya- en la forma de reactivarla, sin poner en riesgo las medidas de aislamiento. Hay que ser creativos, es posible hacerlo.
  2. Se deben pensar desde ya, en mecanismos para que la población pueda reactivarse paulatinamente en la economía; la cuarentena resuelve el tema de la salud, pero la economía es también otro factor de riesgo, que estancado, también causas muertes por doquier (efectos sociales y psicosociales de la pobreza urbana).
  3. El Gobierno ha designado a sus funcionarios y otros miembros económicos y sociales para la creación de un comité de reactivación económica en el cual “no vemos señales de coordinación y articulación con el sector privado”, lejos de eso, las diferencias entre el presidente y las asociaciones privadas parecen ir en aumento. El país requiere que las decisiones sean consensuadas, el gobierno sabe poco de la empresa privada, y estos últimos saben poco o nada de la inversión social, por lo que la complementariedad es importante. El revanchismo político de ambos solo pone de manifiesto el “salvajismo político” de nuestra nación.
  4. La mayor parte de la inversión económica de mediano plazo, debe enfocarse en el sector productivo real, ya que es el área que ha sido la mas golpeada: agricultura, ganadería, producción de alimentos, energía, sectores dinamizantes de la economía, etc. Pensar en apoyar a sectores económicos con la simple “inyección de dinero” sin un plan de resultados, simplemente tendrá un efecto burbuja en el dinero que se invierta.
  5. Los ciudadanos deben reinventar sus negocios, emprendimientos e iniciativas productivas hacia el futuro cercano. Continuar haciendo lo mismo no necesariamente es la mejor decisión, deben tecnificarse, utilizar mecanismos innovadores de comunicación y venta, diversificar sus negocios, aprender a usar plataformas de comercio online, etc.
  6. Es hora de intensificar la integración económica centroamericana, guste o no, la economía salvadoreña por sí sola no podrá enfrentar esta crisis que se nos viene. Las ventajas de un país, sumada a la de otros, podrá permitir desarrollar mercados más robustos. El modelo de los tigres asiáticos de los 90’s ha dejado grandes lecciones.

Es necesario analizar el futuro inmediato de esta crisis, inmersos en el pánico por los efectos devastadores del COVID-19, solo se conseguirá magnificar la vorágine de la misma. Es hora de reinventar el país y la nación centroamericana, no veo otra salida la futura crisis.

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