toggle menu
Igor Galo
Tendencias

Por un “Renacimiento Digital”, para la sostenibilidad social y ambiental

Dia Internacional de la Educación: 24 de enero

Tras muchas décadas enfocada en el progreso tecnológico, la educación debe formar ciudadanos y profesionales que también incluyan en su análisis y sus propuestas aspectos humanísticos y ambientales que nos lleven a un nuevo “Renacimiento”, esta vez digital.

¿Por qué los estadounidenses consiguieron finalizar el Canal de Panamá donde antes habían fracasado los franceses? El excelente libro “El “Canal de Panamá”, editado por Catarata y escrito por José Antonio López Cerezo, hace una reflexión muy completa al respecto: tuvieron en cuenta elementos que iban más allá de la pura ingeniería, como aspectos sociales, cuestiones retos ambientales e incluso determinantes políticos que impedían a la potente fe científica decimonónica [IG1] avanzar en esta tarea.

Mientras que los franceses se centraron casi exclusivamente en los aspectos relativos a la ingeniería y las finanzas, planteando la construcción como un reto puramente tecnológico, siguiendo la estela de su éxito en la construcción del canal de Suez, los estadounidenses ampliaron el foco.

Al margen de aprender de los errores del intento francés, el Comité del Canal de los EE. UU. modificó el proyecto de un canal a nivel hacia un canal de esclusas adaptándose más a la realidad natural y geográfica de la zona. Esto sería lo que hoy llamaríamos un enfoque sostenible, y comprendieron que la tecnología necesita adaptarse al entorno social, lo que hoy llamaríamos incluir el enfoque de las humanidades en el mismo.

El Canal de Panamá pasó de ser un reto financiero e ingenieril, a un proyecto integrado que incluía aspectos sociales, como llevar mejorar aspectos de salud en la zona para evitar la mortalidad de los trabajadores, así como impulsar el nacionalismo panameño que terminó en la creación de la Republica Panameña mediante alianzas con las élites locales. Se trató, por lo tanto, de un enfoque más holístico e integral del proyecto el que traería el éxito al proyecto del Canal de Panamá.

La tecnología y las ciencias nos enseñan a hacer las cosas, las humanidades nos permiten pensar para qué hacerlas.

Al igual que en el reto que supuso la construcción del Canal de Panamá para la humanidad, las organizaciones actuales (empresas, instituciones,) son cada vez más un ecosistema en el que se relaciona conocimiento que abarca todos los ámbitos de las ciencias, no solo las técnicas, también las sociales.

La gestión de la pandemia en los últimos meses, la ética en la biotecnología, la gestión del big data y la privacidad, o el reto climático son algunos ejemplos de los retos que afronta la humanidad que, para ser solventados con éxito, van a necesitar una gestión multidisciplinar con un enfoque tecnológico, pero también humanístico.

Lo mismo ocurre en el interior de las empresas, cuyos servicios o productos necesitan cada vez de más interacción de diferentes tipos de conocimiento.

No por casualidad el Iphone, uno de los productos de mayor éxito en que lo vamos de siglo, basa su éxito en la reunión de conocimiento técnico, pero también de las aportaciones de diseñadores, filólogos, antropólogos y otros científicos sociales dieron sentido a la tecnología propuesta para millones de personas.

Lo mismo se podría decir de las empresas más exitosas de redes sociales, automóviles o farmacéuticas. No consiste solo en hacer lo que la tecnología permite, como si estuviéramos en manos de un tecno determinismo, sino en desarrollar ideas, productos, o servicios que mejoren nuestra vida, entendida no solo como consumo, y mejoren el planeta. Existen también muchos ejemplos de tecnologías que se desarrollaron porque la ciencia lo permitía, pero no tuvieron éxito porque los ciudadanos la rechazaron.

El mundo necesita un nuevo renacimiento, en donde los líderes (políticos, empresarios, profesionales) no solo tengan los conocimientos tecnológicos que nos permiten hacer, sino también una visión humanística que nos indiqué qué es necesario hacer, porqué y para quién.

¿Es inteligente producir más alimentos de forma intensiva, aunque sea posible, cuando la producción mundial ya puede alimentar al planeta o sería mejor avanzar hacia una producción más ecológica y menos agresiva con el planeta? La ciencia puede avanzar por cualquiera de los dos caminos. Pero quienes tomen la decisión, bien la sociedad en su conjunto o los líderes de cada generación, deberían tener unos conocimientos suficientemente amplios, en todas las áreas, para sopesar los beneficios y riesgos de cada opción.

De ahí la emergencia de las “humanidades digitales”, que combinan las disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) con las ciencias sociales y las humanidades, en las escuelas de negocio y universidades más prestigiosas del mundo.

Filosofía y arte para ingenieros o estudiantes de administración de empresas, Informática y estadística para los estudiantes de historia, filosofía o periodismo. Es, más que una tendencia, una necesidad en un mundo donde la velocidad de los cambios obliga, cada vez más, a reflexionar sobre la dirección que queremos darle a la sociedad. No se trata solo de ir más rápido y más lejos, también de pensar hacia donde queremos ir más rápido y más lejos.

Porque como hizo popular hace 25 años el famoso anuncio de Pirelli, “La potencia sin control no sirve para nada”. Y parece que una parte de la población mundial siente que actualmente todo cambia cada vez más rápido, sin tener muy claro cual es el destino al que se dirige la humanidad. Vivimos un momento protagonizado por la potencia, pero sin control. En este entorno, las humanidades pueden ser la clave para entender a donde quiere ir la sociedad. 

“The child is the trimtab of the future” (“los niños son las aletas de compensación del futuro”) comentó en su día el famoso pensador y arquitecto Buckminster Fuller. Si queremos que este avión que es la humanidad se dirija hacia un destino social y ambientalmente sostenible, es hora de incluir con determinación las humanidades en la formación de colegios, universidades y escuelas de negocio.

Necesitamos un nuevo “Renacimiento” de la mano de las humanidades digitales, que cree ciudadanos formados capaces de poder analizar y procesar un mundo cada vez más complejo.

De lo contrario, las próximas generaciones podrían sentirse perdidas, sin entendimiento de la realidad que les ha tocado vivir, lo que al final suele terminar por aupar a líderes populistas con mensajes sencillos y claros, pero generalmente falsos.

Conseguir una sociedad educada y con pensamiento crítico en un sentido amplio es el gran reto de esta década que arranca en el siglo XX. Es la única forma de avanzar hacia la sostenibilidad, y no solo ambiental también social, en un mundo que avanza hacia los 10.000 millones de habitantes.


 [IG1]