Durante milenios, la economía mundial creció gradualmente en función del crecimiento de la población y el aumento del comercio. A principios del Siglo XX, la explosión de las industrias basadas en servicios significó que, para muchas empresas, la forma de medir el desempeño corporativo se desplazara a las personas o al capital humano. Actualmente, estamos en presencia de otro importante avance a medida que más y más organizaciones se embarcan en la transformación digital de su negocio: en sus aplicaciones y datos es donde reside el valor de la empresa moderna.
No es difícil argumentar por qué las aplicaciones son, de hecho, el activo más importante de la empresa digital. Por ejemplo, los gastos materiales de capital de Facebook no superan los $15 mil millones de dólares al año en infraestructura informática y tiene poco menos de 30 mil empleados, pero su cartera de aplicaciones está valorada en más de medio billón de dólares. Eso es más grande que el PIB de todos menos 26 países en el mundo. A su turno, Netflix no tiene gastos de capital significativos y cuenta con 5.500 empleados aproximadamente, pero su cartera de aplicaciones está valorada en $175 mil millones de dólares.
Hace 15 años se creía que el activo más importante de una organización era su gente. No más. Estamos en la era de las aplicaciones.
Aficionados a la aplicación
La mayoría de las empresas solo tienen una idea aproximada del número de aplicaciones en su cartera. Sin duda, estas mismas compañías han invertido fuertemente en la administración de su capital físico y humano, pero lamentablemente no se puede decir lo mismo de sus aplicaciones. Esto, a pesar de que un 28 por ciento de participantes del informe global State of Application Delivery 2018 de F5 destacó la protección de aplicaciones como uno de los principales retos de seguridad.
Las implicaciones dejan a muchos activos corporativos valiosos mal supervisados en el mejor de los casos y vulnerables a ataques maliciosos en el peor. Dado el valor de la empresa atribuible a las aplicaciones, en corto tiempo más empresas comenzarán a dedicar un nivel proporcional de energía y recursos para administrar y controlar sus carteras de aplicaciones.
Principios para un mundo de aplicaciones
Entonces, ¿cómo llegamos ahí? En la era digital, el desafío es aplicar los recursos al desarrollo y administración de nuestras aplicaciones:
La administración efectiva de este capital de aplicación es lo que impulsará el próximo Amazon, Google, Microsoft o Netflix. No cuántos activos físicos despliegan en su infraestructura almacenes o salas de exhibición; ni siquiera cuántos empleados acumulan. El verdadero diferenciador competitivo se encontrará en sus aplicaciones. Éstas impulsarán los flujos de ingresos de más rápido crecimiento, creando un valor significativo para los accionistas. Además, impulsarán el valor de la comunidad como el servicio compartido más sostenible. Y lo más importante: atraerán al mejor talento, lo que representa el trabajo más interesante y gratificante.
Vicepresidente y Director General de F5 Latinoamérica
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