Las ciudades crean cosas. Aceleran la innovación. Piensen en la Chicago de antaño, con la industria del frigorífico y la carne, o San Francisco de hoy, con Sillicon Valley.
En Los Angeles, la ciudad de mi familia materna, tiene el glamour y la creatividad de Hollywood … y la dolorosa realidad de las pandillas. Los Angeles ha originado más pandillas que quizás cualquier otra ciudad en el mundo. Tiene más de 450 pandillas activas, muchas pequeñas pero algunas de alcance nacional (Crips) e internacional (Mara Salvatrucha).
Hace años que no vivo en California pero pasé la navidad del año pasado con mi familia. Sigue habiendo una exageración de “freeways” y urbanización sin sentido. Pero es difícil no querer a Los Angeles, con sus playas, su buen clima y sus montañas. El dinamismo de su economía se hace notar. Hay construcción por todos lados y una gran cantidad de turistas.
Es, además, una ciudad mucho más segura. Sus áreas verdes, como Bordwell Park en Riverside, eran en otros tiempos campos de batalla de las pandillas. Hoy son lugares de niños y familias.
En 2012, el condado de Los Angeles sufrió 105 homicidios por causa de la lucha entre pandillas. En 1995, las pandillas terminaron la vida de 807 jóvenes. Entre el 2003 y 2013, los robos relacionados con las pandillas cayeron de 3.274 a 1.021.
Los Angeles es una enseñanza para países en nuestra región que se encuentran asediados por las pandillas.Durante nuestra Clínica de Seguridad Ciudadana del año pasado, le preguntamos al ex vice alcalde de la ciudad Guillermo Céspedes cómo lo hicieron. Vean su respuesta en este breve video.
Hicieron una evaluación de todo lo que se había hecho anteriormente.
“Una de las ventajas que tiene Los Angeles”, dice Céspedes, “es que sí, cometimos muchos errores, a través de muchos años, y aprendimos de esos errores”.
Luego, dividieron la ciudad de 400 millas cuadradas en pequeños trozos geográficos más pequeños y estudiaron los números para cada zona. Se dieron cuenta, por ejemplo, que en los barrios con pandillas activas el nivel de pobreza era un 30% mayor al promedio de la ciudad, y que había mucho más niños bajo el cuidado de sus abuelos.
Más tarde, implementaron lo que Céspedes denomina una “mesa de cuatro patas”: prevención para los jóvenes en situación de riesgo, intervención en los jóvenes que ya habían delinquido, rehabilitación para aquellos que han sido encarcelados, y lo que denomina la “policía relacional”, o sea, una policía mucho más cercana a la comunidad.
Gracias a ello hoy Los Angeles vive otra realidad. Una realidad de película.
Crédito foto: Flickr CC Atomic Hot Links
Esta columna fue originalmente publicada en el Blog Sin Miedos del Banco Interamericano de Desarrollo BID.
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