De izquierda a derecha en la imagen: Lord Nicholas Stern, Felipe Calderón, Ban Ki Moon, Jeremy Oppenheim, Amanda Drury, moderador de la sesión. Foto por David Wilk.
Esta semana se celebra la esperada Cumbre del Clima de la ONU en Nueva York, un evento oficial de un día organizado y dirigido por el Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon. En la cumbre, jefes de estado, directores de grandes bancos y corporaciones, bancos multilaterales de desarrollo y muchos otros actores destacados en el mundo de la acción por el clima reafirmarán sus compromisos políticos y financieros para reducir las emisiones y aumentar la resiliencia climática. Todo el análisis y las conversaciones durante los preparativos de la cumbre han girado en torno a la búsqueda de un vínculo positivo entre el desarrollo económico y el crecimiento sostenible, así como los objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático que serán discutidos en la próxima COP en Lima y acordados en la COP de París 2015.
Un buen comienzo fue el lanzamiento en Nueva York del nuevo informe sobre la nueva economía del clima titulado ¨Better Growth, Better Climate¨ (Mejor crecimiento, mejor clima en inglés), dirigido por la Comisión Global sobre la Economía y el Clima y presidido por el ex presidente de México, Felipe Calderón, y co-presidido por Lord Nicholas Stern. La Comisión fue creada por siete países: Colombia, Etiopía, Indonesia, Noruega, Corea del Sur, Suecia y el Reino Unido. El BID fue una de las instituciones que contribuyeron y apoyaron el proceso, aportando el transcurso de un año datos concretos sobre las actividades climáticas, las mejores prácticas y perspectivas actuales y futuras para lograr una senda de desarrollo baja en carbono. En comparación con otros informes a nivel global, sobre todo con el Informe Stern y muchos más que le siguieron en todo el mundo, esta publicación logra un buen equilibrio entre la ciencia y la economía del cambio climático, y las opciones de política para dar respuesta a este desafío. El tono es optimista (de ahí el subtítulo “mejor crecimiento, mejor clima”) e incluye mensajes positivos encaminados a reducir la contradicción (u oposición) entre la creación de puestos de trabajo y el alivio de la pobreza frente a la reducción de gases de efecto invernadero y la resiliencia climática; el mensaje general es que la transformación de la energía limpia ya está en marcha, con un auge evidente en las energías renovables y otras soluciones bajas en carbono. Desde el principio el informe señala que el enfoque no es sobre cómo las economías deben adaptarse al cambio climático que ya está ocurriendo, por lo que los lectores no deben esperar contenido sobre aspectos de la vulnerabilidad climática y los desafíos existentes en adaptación.
El informe se centra en tres sistemas con retos y soluciones técnicas, económicas y financieras:
El informe hace hincapié en la necesidad de que los gobiernos y otras organizaciones públicas y actores privados trabajen duro para trazar el marco para la acción climática y aplicar políticas para establecer un precio para el carbono, reducir los subsidios a los combustibles fósiles y adoptar instrumentos económicos innovadores, como por ejemplo los bonos verdes. El informe también pone mucho énfasis en la inversión del sector privado como el “motor” de la transformación del sector de la energía y el desarrollo bajo en carbono. Fue muy alentador escuchar al Presidente del Bank of America, Chad Holliday, presentando la visión optimista de que los inversores privados han sido rápidos en la respuesta al desafío cuando las buenas políticas se ponen en marcha. En referencia a las grandes oportunidades bajas en carbono que se presentan para el futuro y la necesidad de tomar en serio los riesgos climáticos en las decisiones de inversión a futuro por ejemplo en energía limpia, agregó:
“… Los inversores privados buscan siempre maximizar las oportunidades y minimizar los riesgos …”
El informe establece claramente cuáles son las brechas financieras existentes a las que enfrentarnos para poder alcanzar los objetivos de mitigación del cambio climático, lo que sugiere que los flujos financieros climáticos internacionales deberán aumentar considerablemente si se quiere lograr el objetivo acordado de movilizar US $ 100 mil millones por año en financiamiento público y privado para el año 2020.
Para cerrar el informe, se establece un plan de acción global de 10 puntos para involucrar a gobiernos y sector privado, que incluye: la aceleración de la transformación del desarrollo bajo carbono mediante la integración del clima en la toma de decisiones económicas; la eliminación gradual de los subsidios a los combustibles fósiles e insumos agrícolas; ampliar el acceso a capital para reducir los costos de las inversiones en infraestructura baja en carbono; aumentar la inversión pública en programas inteligentes frente al clima al tiempo que se eliminan barreras; fomentar un crecimiento urbano mejor gestionado, promoviendo ciudades compactas y priorizando soluciones urbanas con bajas emisiones de carbono; y reducir la deforestación y restaurar las tierras degradadas, entre otros.
Esperemos que las conversaciones y los compromisos de esta semana en Nueva York movilicen todos los recursos y la “energía” necesarios para producir un cambio positivo.
Descargue aquí el nuevo informe “The New Climate Economy: Better Climate, Better Growth”.
Esta columna fue originalmente publicada en el Blog cambio climático y sostenibilidad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)