Por Matthew W. Gillman and Adela Hruby
“Hace algunos años estuve de visita en una clínica de atención primaria en las favelas de São Paulo. La sala de espera estaba llena de madres con niños flacos, con retraso en su crecimiento, que mostraban los típicos signos de desnutrición crónica. Lamentablemente, para aquellos que visitan áreas urbanas pobres del mundo en desarrollo, esta imagen no es una sorpresa. Lo que podría resultar sorprendente es que muchas de las madres que sostenían a aquellos niños desnutridos tenían sobrepeso”.
Dr. Benjamín Caballero, 2005
La dualidad de un progenitor (usualmente la madre) con sobrepeso/obeso y un hijo desnutrido crónico ha concitado la atención de más de un investigador en las últimas décadas. Estas parejas duales, independientemente de las paradojas que se dan a nivel poblacional ¿nos revelan cosas diferentes? Probablemente. Hasta la fecha, sin embargo, poca es la investigación que ha abordado este tema. Su importancia se basa en las diferencias que podrían hacer que nos inclinemos hacia diferentes direcciones en materia de políticas públicas de salud.
¿Qué sabemos acerca de los hogares con esa doble carga en relación con el desarrollo económico? Resulta ser que bastante. Por ejemplo, en un estudiorealizado en 2005, Garrett y Ruel utilizaron información de Encuestas Demográficas y de Salud (ENDES) de 42 países en África (27), Asia (7) y América Latina (8) para correlacionar la doble carga con información del Banco Mundial sobre el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita entre 1992 y 2001. En los 8 países encuestados en América Latina (Bolivia, Brasil, Colombia, República Dominicana, Guatemala, Haití, Nicaragua y Perú), el sobrepeso osciló entre aproximadamente el 20% de las madres en las zonas rurales de Haití y cerca del 50% de las madres urbanas en Perú. La prevalencia de niños con retraso en el crecimiento en los países de América Latina se ubicó entre cerca del 5% en el área urbana de la República Dominicana hasta el 55% en la zona rural de Guatemala. De entre los 48 países del estudio, la prevalencia de la doble carga no sobrepasa el 10%, excepto en Egipto (12,4%) y en 3 países latinoamericanos: Bolivia (11,5%), Guatemala (16%) y Perú (que se acercó, con el 9,6%). En otras palabras, los países de América Latina parecieron tener más hogares con doble carga de malnutrición que otras partes del mundo.
Las disparidades entre los escenarios urbanos y rurales en los países de América Latina dibujan un cuadro incluso más interesante. A continuación presentamos 2 diagramas basados en la misma información. El Gráfico 1 muestra las parejas de madres con sobrepeso/hijos con retraso en el crecimiento por país; y el segundo, por estatus urbano/rural.
Gráfico 1. En el Gráfico 2 hicimos una superposición con un ajuste polinomial para cada uno de los puntos urbanos y rurales.
Gráfico 2. Los datos, por escasos que sean, sugieren que la prevalencia de los hogares con doble carga crece al ritmo del PIB, pero solamente hasta un punto de renta per cápita en el cual comienza a decrecer. Presumiblemente, es el punto en el cual la dualidad ya no prevalece, es decir el punto de desarrollo económico donde el niño no presenta retraso en su crecimiento (si bien ambos pueden tener sobrepeso). Esta relación es atribuible a la baja prevalencia de los hogares con doble carga en Brasil, que tiene –de lejos– el PIB más alto entre estos países.
Si bien la doble carga de los hogares ciertamente existe, podría no darse con más frecuencia de lo que esperaríamos si nos basamos en la prevalencia individual del sobrepeso y el retraso en el crecimiento. De hecho, Dieffenbach y Stein argumentan en un documento publicado en el Journal of Nutrition en 2012, que la doble carga en el hogar ocurre incluso menosfrecuentemente de lo que las estadísticas harían esperar. Utilizando información de ENDES de 1991 a 2009 en 54 países, encontraron un promedio de prevalencia de doble carga de apenas el 3,3% (en un rango de 0,5-16,0%), mientras que el valor previsto era más alto, de basarse en la prevalencia sea del sobrepeso de las madres o del retraso en el crecimiento de los niños de las poblaciones encuestadas.
Si bien la investigación de Dieffenbach y Stein nos mueve a la reflexión, posiblemente no disminuye la medida en que la etapa de transición nutricional sirve como un indicador de desarrollo económico y como fuente de información sobre las políticas. Por ejemplo, los investigadores podrían no tener que esforzarse mucho para medir la doble carga en el hogar a la hora de evaluar la etapa de transición nutricional, toda vez que los datos recabados a nivel regional/poblacional sobre el retraso en el crecimiento infantil y el sobrepeso en los adultos teóricamente podrían, por sí mismos, suministrar suficiente información. Por otra parte, creemos que la existencia de hogares con doble carga, con prevalencia cercana al 10% en algunos países, amerita más investigación sobre sus causas y consecuencias, y sobre la salud y las políticas de bienestar diseñadas para combatirla.
Matthew W. Gillman, MD, SM es profesor del departamento de medicina poblacional y director del Programa de Prevención de la Obesidad en Harvard Medical School y Harvard Pilgrim Health Care Institute; profesor en el Departamento de Nutrición en Harvard School of Public Health.
Adela Hruby, PhD, MPH es investigadora en el Departamento de Nutrición en Harvard School of Public Health.
Esta columna fue publicada originalmente en el Blog Gente Saludable del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)