El próximo septiembre, los gobernantes de la mayor parte de naciones del mundo se darán cita en la Organización de Naciones Unidas con el fin de acordar una nueva agenda de desarrollo para la civilización. Una comisión especial ha avanzado en la definición de 17 objetivos, denominados Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS). Estos objetivos están acompañados de metas e indicadores que, en los siguientes 15 años, revelarán qué tanto se avanza hacia su cumplimiento.
Los ODS constituyen la continuación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) ―pactados en 1990 y cuyas metas no han sido conseguidas en su totalidad―. Sin embargo, a los aspectos sociales y económicos de los ODM ahora se agrega con mayor énfasis una dimensión ambiental y se apuntalan los esfuerzos para lograr la igualdad de género.
Si estos compromisos se cumplen, en 2030, entre otras buenas noticias, se habrá erradicado la pobreza extrema, todas las personas en el mundo serán parte de sistemas de protección social que permitirán distribuir mejor la riqueza y el bienestar. En lo económico, el cumplimiento de los ODS, permitirá lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos los hombres y mujeres. Asimismo, se aumentará la productividad agrícola y se asegurará a las personas un acceso equitativo a la tierra.
En cuanto a la igualdad, los ODS plantean poner fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas; terminar con todas las formas violencia contra las mujeres y eliminar las prácticas nocivas como el matrimonio infantil, precoz y forzado, a lo que se sumará el velar por la plena y efectiva participación de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo, en la vida económica, política y pública.
En lo ambiental, el nuevo acuerdo mundial sobre desarrollo, conseguirá asegurar la protección y restablecimiento de ecosistemas (bosques, montañas, humedales, ríos y lagos, por ejemplo), mientras se promueven infraestructuras resilientes y de calidad, y se logra que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos y sostenibles. También se espera lograr el ordenamiento sostenible y la utilización eficiente de los recursos naturales e incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales.
Ahora bien, concretar esta agenda ambiciosa y necesaria, requerirá de importantes cambios en la política fiscal, nacional y mundial. Estas inevitables reformas solo podrán lograrse por medio de pactos fiscales en los que se combinen los argumentos técnicos con responsabilidades políticas. El ODS número 17, trata de plantear diferentes acciones para movilizar recursos nacionales y lograr que los países desarrollados cumplan a cabalidad sus compromisos en relación con la asistencia oficial al desarrollo.
En lo concreto, el esfuerzo global debe promover una política tributaria que enfrente dos grandes problemas para la movilización de recursos para el desarrollo: la inequidad en el cobro de impuestos y la impunidad en los delitos tributarios.
Sobre el primer elemento, los Estados deberán limitar los privilegios fiscales otorgados a sectores económicos pujantes, así como calcular el gasto tributario y estudiar y difundir sus beneficios y costos sociales. Asimismo, deberán promover una agenda de reformas a los impuestos sobre la renta y la propiedad, para ir transitando hacia una política tributaria globalmente progresiva.
En lo referente a la impunidad ante los delitos tributarios, se debe reconocer que la globalización y las normas impositivas mundiales en muchos casos los han fomentado. La evidencia indica que los países en desarrollo pierden más recursos por la evasión y elusión fiscal de las empresas, que lo que reciben por ayuda oficial al desarrollo, demostrando así que la falta de una agenda común sobre cooperación internacional en materia tributaria tiene graves costos para el desarrollo.
En el marco de la adopción de los ODS y con el fin de aumentar sus probabilidades de cumplimiento, los países miembros de Naciones Unidas deben adoptar un convenio internacional contra la evasión y elusión de impuestos que esté acompañado por la creación de un órgano intergubernamental en Naciones Unidas que vele por una tributación más justa, con metas a cumplir y compromisos a ser medidos con cierta periodicidad en el tiempo. En la actualidad, el sistema tributario mundial está diseñado para fomentar el pago de impuestos en los países en los que se encuentran las sedes de las transnacionales en detrimento de los países en donde se producen las materias primas (y las utilidades), lo que hace imposible suponer avances globales en el desarrollo y la democratización.
Los ciudadanos del mundo en desarrollo, incluidos los centroamericanos, deben exigir a sus gobernantes sumarse a los ODS, pero a su vez, deben comprender que su cumplimiento dependerá de pactos fiscales, nacionales y global, que permitan movilizar recursos nuevos, transparentar la política fiscal (ingresos y gastos públicos) e impulsar esfuerzos para evaluar y rendir cuentas sobre lo logrado por medio de las políticas públicas.
Objetivos de Desarrollo Sostenible
Fuente: Icefi con base en Asamblea General de Naciones Unidas (2014). Informe del Grupo de trabajo abierto de la Asamblea General sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible. A/68/970.
Jonathan Menkos Zeissig
Traducido al inglés por: Mauricio Garita
Diagramado por: Dominick Morales