La vida, los accidentes o las enfermedades, son algunos de los riesgos a los que todos estamos expuestos. Sin embargo, los efectos que un suceso adverso puede tener no son iguales para todos. La base de la pirámide social, compuesta por personas pobres o vulnerables sufren de una forma más severa las consecuencias de un acontecimiento negativo debido al mayor impacto que tiene en sus reducidas economías familiares. Un accidente, por ejemplo, para una persona que ha creado un pequeño negocio, no sólo supone una pérdida de ingresos que es vital para su subsistencia y la de su familia, sino que, además, puede conllevar unos gastos extraordinarios que muy difícilmente puede afrontar.
La creación de sistemas de aseguramiento especiales como los microseguros que reducen la situación de vulnerabilidad de las personas son instrumentos de generación de riqueza para la economía. Desde el punto de vista del asegurado, limitan las pérdidas sufridas como consecuencia de un hecho adverso y le ayuda a desarrollar actividades de una forma más sólida generando mayores oportunidades de beneficio, estabilidad financiera y un progreso sostenible. Desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto, reducen el coste social disminuyendo la pobreza de los países.
A nivel global, este mercado que cubre en la actualidad a 280 millones de personas ha mostrado, desde su aparición, un crecimiento anual superior al 10%, porcentaje que, según las estimaciones, podría superarse en los próximos años. Sin embargo, según los expertos, tan solo un 5% de la población potencial estaría cubierta.
Tanto aseguradores como gobiernos, organizaciones internacionales de ayuda y especialmente el Banco Mundial coinciden en reconocer el potencial que esta actividad tiene para reducir la vulnerabilidad de las clases más bajas de la sociedad y la necesidad de impulsarlo como parte integrante del modelo genérico de las Microfinanzas.
Las Microfinanzas, se componen necesariamente de una serie de servicios de acompañamiento y de productos financieros (entre ellos, el microseguro), cuyo principal objetivo es rescatar de la situación de vulnerabilidad al beneficiario de las mismas, asistiéndole en su potencialidad de prosperar a través de la realización, en la mayoría de los casos, de una actividad empresarial. El microseguro es una garantía adicional para el beneficiario que le otorga una seguridad necesaria para que eventualidades tan habituales como una enfermedad o accidente, no interrumpan definitivamente su ansia de prosperidad.
De acuerdo a los informes publicados por la consultora Microinsurance Centre LLP, los productos de vida y accidentes son los más demandados superando entre ambos el 75% del volumen total de pólizas, seguidos por salud y los vinculados a la agricultura y propiedades.
Una de las razones del éxito de los primeros puede atribuirse a que, por regla general, son muy sencillos y fáciles de contratar haciéndolos, a los ojos de los asegurados, unos productos muy transparentes.
En el otro extremo, tanto los seguros agrícolas como los patrimoniales encuentran la dificultad para su expansión en la falta de conocimiento por la sociedad a la que va dirigida, así como la problemática a la que se enfrentan las aseguradoras por la alta exposición al fraude y el riesgo moral que suponen.
A pesar del fuerte crecimiento experimentado, la expansión del microseguro se encuentra con barreras importantes:
Primero, la falta de acceso al mercado asegurador de las personas pobres unido a la falta de cultura financiera en general y aseguradora en particular. Es evidente que si los clientes no entienden en qué medida un seguro es una herramienta para mitigar el riesgo y los beneficios que pueden encontrar en él, difícilmente llegarán a su contratación. A esto hay que añadir que un producto vendido a una persona de recursos limitados tiene un coste inferior que un seguro tradicional, sin embargo, medido en términos de impacto sobre su economía familiar supone una inversión considerable, en ocasiones, difícil de asumir.
Segundo, las entidades aseguradoras se encuentran con una problemática especial. Los microseguros no son directamente escalables de los productos tradicionales que ofrecen y precisan nuevas líneas de negocio que, en principio, no parecen ser rentables por las coberturas y primas bajas que requieren. Esto les obliga a crear productos bien administrados, con estructuras de gastos eficientes y, lo que es más importante, desarrollados a gran escala.
Tercero, nos encontramos con la realidad de que a menudo no se reconocen las oportunidades de este mercado o los beneficios secundarios que puede tener como la estabilidad financiera.
Por último, e interconectado con la problemática señalada anteriormente, la existencia de una esperada normativa microfinanciera otorgaría la siempre imprescindible seguridad jurídica a todos los intervinientes en el sector (beneficiarios, entidades aseguradoras, reguladores, etc) definiendo el funcionamiento de estos productos y facilitando la implantación y desarrollo del mismo.
Entre las soluciones que se apuntan están el establecimiento de alianzas público privadas para el desarrollo de este mercado, introducción de herramientas fáciles y rápidas tanto para la suscripción como para el pago de siniestros, productos nuevos, sencillos y que no requieran ingentes cantidades de información ni selección de riesgos y la reducción de gastos.
Un ejemplo claro de que el establecimiento de estas soluciones es posible y viable está en el mayor esquema de microseguro del mundo que ha sido implantado en la India. El gobierno desarrolló una iniciativa por la que, con carácter obligatorio, un determinado porcentaje de las pólizas suscritas por las entidades debía destinarse a las capas más bajas de la sociedad. De esta forma, el gobierno, en vez de financiar las primas de estos seguros, facilitó un sistema aunando esfuerzos con bancos y aseguradoras por el cual los clientes podían contratar las pólizas a muy bajo precio. Gracias a esta iniciativa, más de 122 millones de personas han sido aseguradas con productos de vida y accidentes.
Sin duda, a nivel mundial todavía hacen falta muchos esfuerzos conjuntos para impulsar y reconocer el mercado de los microseguros como rentable y de confianza.
Ana Díez Brezmes. Directora Ejecutiva de Center for Insurance Research
Pablo Serrano de Haro Martínez. Socio de Fiscal de Clifford Chance y Director del Comité RSC de Clifford Chance España.