Por Violeta Domínguez, coordinadora de inclusión y equidad de género en CAF –banco de desarrollo de América Latina
En innegable que la situación de las mujeres en el mundo es mucho mejor que la de hace dos décadas. En América Latina, por ejemplo, 70 millones de mujeres se sumaron a la fuerza laboral en los últimos 20 años, en un fenómeno que contribuyó significativamente a reducir la pobreza y las desigualdades y, con ello, a mejorar su situación en la sociedad.
De todas formas, todavía existen importantes escollos para alcanzar una equidad real. De hecho, las mujeres pueden cobrar hasta un 25% menos que los hombres por un mismo trabajo, su representación política es mucho menor, algunas leyes siguen perjudicándolas y siguen teniendo menores niveles de educación financiera.
De cara al futuro, para incidir en la igualdad de género real, será imprescindible que las mujeres ocupen cargos representativos en la sociedad e impartan su liderazgo. Este planteamiento está ganando cada vez más terreno internacionalmente. Un ejemplo lo tenemos en la elección que reemplazará a Ban Ki-moon como Secretario General de las Naciones Unidas. A pesar de que el cargo siempre ha sido ocupado por hombres, entre los ocho candidatos actuales, cuatro son mujeres. La posibilidad de que una mujer resulte electa por primera vez sigue creciendo, considerando que la decisión será tomada en septiembre y ya son 56 los países que apoyan esta iniciativa.
Justamente la esfera política es una de las que muestra más desequilibrios entre hombres y mujeres. En el caso de Latinoamérica las mujeres ocupan solo una cuarta parte de los cargos públicos de los poderes estatales (ejecutivo, legislativo y judicial), mientras que en países como Finlandia, Islandia, Holanda y Suecia su representación parlamentaria asciende al 40%, una cifra que se acerca bastante a la paridad.
De todas formas, aunque queda mucho camino por recorrer, la región pasó de tener una representación femenina en parlamentos de apenas un 9% en 1990 al 26% en 2014, en una muestra de que se está avanzando en la dirección correcta. El país más destacado es Bolivia, donde las mujeres representan el 53,1% de los miembros de la cámara baja y el 47,2% en la cámara alta, siendo el tercer país del mundo en alcanzar la paridad política en la cámara baja. Otro caso similar en la región es el porcentaje de concejalas electas, que aumentó 12 puntos en 14 años.
Que las mujeres ocupen cargos directivos, tanto en el sector público como en el privado, y asuman roles de liderazgo, debería ser una de las prioridades de las políticas públicas enfocadas en generar condiciones paritarias en los contextos económicos, sociales y culturales. Para avanzar hacia una gobernanza más efectiva en la región es necesaria la participación de la mujer en puestos de liderazgo político, ya que su exclusión frena la implementación de políticas públicas equitativas y limita el potencial de talento disponible.
Estas son algunas medidas que han resultado efectivas en otros países y que podrían implementarse a gran escala en América Latina, en el camino por lograr una mayor representación de las mujeres en las posiciones de liderazgo de la sociedad:
Establecer cuotas electorales de géneroque exijan que las mujeres constituyan un determinado número dentro del parlamento, a partir de leyes que prevén sanciones inmediatas por su incumplimiento
Generar sistemas de financiacióndirigidos a la formación política de mujeres, para garantizar su capacidad al asumir roles de liderazgo
Impulsar reglamentacionesorientadas a que los partidos políticos incluyan la paridad de género en sus estructuras orgánicas internas
Ante este panorama, el empoderamiento de la mujer y su inclusión dentro de los roles de liderazgo debe ser un elemento esencial en la estrategia América Latina para alcanzar el desarrollo y la integración.