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  • 8 enero, 2016
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América Latina será clave para la seguridad alimentaria global

Por Víctor Arroyo, experto en agua y saneamiento de CAF –banco de desarrollo de América Latina

Vivimos en un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso. Se estima que la población global llegará a los 9.000 millones en 2100 y, que para esa misma fecha, las ciudades latinoamericanas ya concentrarán al 90% de los habitantes de la región.

Adicionalmente, se calcula que en 2050 necesitaremos producir un 60% más de alimentos para alimentar al creciente número de habitantes del planeta. Para lograrlo, las regiones en desarrollo tendrán un papel determinante que deberá concretarse en duplicar la producción de alimentos.

América Latina está llamada a ser una de las protagonistas de este nuevo escenario, ya que cuenta con el 28% de la tierra con potencial para la agricultura y concentra una tercera parte de todos los recursos hídricos del mundo. Junto con el África Subsahariana, son las únicas regiones con capacidad suficiente para aumentar sus áreas cultivables en la proporción requerida.

Esto pone a la región en una situación envidiable para convertirse en un referente global en cuanto a la producción de alimentos.

De todas formas, son muchos y variados los retos que enfrentamos para que estas proyecciones se conviertan en realidad. En otras palabras, todavía tenemos mucho camino por recorrer para que América Latina alcance un potencial que debe contribuir a la seguridad alimentaria mundial.

Algunas medidas que contribuirían a este desafío son:

  • En primer lugar, es indispensable mejorar la gobernanza del agua. Adoptando medidas efectivas de gobernabilidad y gestión del recurso hídrico para fortalecer la institucionalidad, desarrollando mecanismos adecuados de rendición de cuentas y evaluación para hacer un seguimiento al progreso de las políticas públicas. Un ejemplo de esa solidez administrativa, necesaria para una correcta gestión del recurso hídrico, es el de la Dirección de Aguas en Chile, encargada de asignar los derechos del recurso por sectores de actividad, separada de usos sectoriales con la finalidad de tener un alto grado de neutralidad y eficiencia.
  • Por otra parte, América Latina debe invertir más en infraestructura para el regadío, ya que se necesitan grandes inversiones para acercar el agua desde su disposición natural a las zonas de uso. Especialmente en países como Perú donde el 80% del agua está en la cuenca amazónica, mientras que la población y las explotaciones agrícolas están en los valles de la franja costera del pacifico.  Desde CAF –banco de desarrollo de América Latina-, se considera que la agricultura de regadío es también primordial por su impacto en el desarrollo económico de la región: representa el 5% del PIB de Latinoamérica y genera el 16% del empleo. Como principal financiador en el sector de infraestructura de riego en el Perú, la institución recientemente anunció la cofinanciación de la segunda etapa del proyecto Majes Siguas, incorporando 38.500 hectáreas para el desarrollo de cultivos en la región de Arequipa.

-Por último, es necesario aumentar la productividad del agua incorporando las ventajas del uso de las nuevas tecnologías, como el riego de precisión, la reutilización de aguas residuales, el control satelital o el uso de drones para el seguimiento de la humedad de los cultivos, entre otras tecnologías. Así como la selección de cultivos de bajo consumo de agua o de mayor valor añadido, son herramientas que incrementan la productividad y el uso eficiente del agua en la agricultura. Durante los últimos 20 años, Latinoamérica ha tenido una tasa de crecimiento del 8% anual dentro del comercio mundial de productos agrícolas. Fomentar la investigación aplicada y promover la innovación es esencial para la implementación de tecnologías que mejoren la productividad del agua y permitan acelerar ese crecimiento.

Una oportunidad de oro

América Latina está ante la posibilidad de generar un ciclo más productivo: una gestión adecuada del recurso hídrico permitiría atraer mayores inversiones en infraestructura y tecnologías para apostar al desarrollo de la agricultura de regadío, como una herramienta ideal para cubrir esa importante demanda de alimentos a nivel mundial.

En este ámbito, un ejemplo replicable en la región se encuentra en Bolivia, donde se promulgó recientemente una ley que declara el periodo 2015 al 2025 como la Década del Riego “Hacia el Millón de Hectáreas”. Se pretende, con esta, la “ampliación de las tierras bajo riego, el fortalecimiento organizacional e institucional y el incremento sustentable de la productividad agrícola bajo riego”.

Para 2030, se estima que la mitad de todos los alimentos producidos vendrán por agricultura de irrigación. La región se encuentra, entonces, en una posición ideal para hacer la diferencia y asumir el reto de convertirse en el próximo granero del mundo. Los resultados dependerán de la concordia entre estos tres ejes de trabajo y la constancia de las políticas públicas a largo plazo.

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